miércoles, 22 de mayo de 2013

...

Desaparecer, es cómo no estar. Vagar, es andar sin sentido aparente. Disimular, es desaparecer para la percepción de los demás. Sentir, es el presente, que puede imprimirse tan fuerte, que lo podemos evocar en el tiempo, pero a veces algunos creen que el tiempo es lo que viene después de lo que esta antes y ahí la cosa se vuelve "rara".
Raro, es aquello que no conocemos. En algún lado de nuestro interior hay una pieza que nos empuja a creer que lo conocemos todo, pero es esa misma pieza la que al parecer empuja la carreta y la maneja a la vez.
Laburo, interesante palabra para desactivar la mejor herramienta del humano: la libertad.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Cadena.

Era como los dientes del piñon que entran en su debido tiempo en la cadena.
Era una bicicleta peligrosa.
Empezaba muy rápido...
Y por esas extrañas relaciones, luego de un gran desgaste se cortaba.
Y este corte, era mas probable, a medida que pasaba el tiempo.
Pero había cadenas que se bancaban todo.

Fué cuando pensó.
Que a pesar de haber extrañas relaciones la cadena no era consciente del diente del piñon, que era el piñon el agresor..? la cadena la agredida?

No,
solo funcionaban para traccionar una bicicleta.
Empujada por un hombre que no la había construido.
Siguiendo una idea...
La de llegar rápido?
Forzar el sistema para probar su funcionamiento?
O simplemente pedalear?



Desprevenido lector, me gustaría contarle que esta canción, tiene un tiempo,
tiempo que se apoya en la unión de sus deseos,
Que en sintonía con los del autor,
son muy rápdios los primeros renglones,
En el "corta" la cosa se detiene, como ese instante en el que uno se sambuye al agua de una pileta.
Un sandwiché la parte del medio.
Para detenerlo en esta tierra...
La Argentina.


Brand

viernes, 12 de octubre de 2012

percepciones

Pensemos un poco...La realidad la interpretamos por nuestros sentidos, que es sabido que no son los mejores diseños para captar el todo, en el caso que lo hubiere y sepa usted lector que esto puede ser un camino de ida y así como le digo que es de ida usted puede volver cuando quiera. Es ahí donde se da cuenta... un pasillo todo iluminado, que parece diluir las paredes tanto que dajan de percibirse. Pero usted sabe que esta en un pasillo todo iluminado. Piensa unos segundos y eso que usted creía un pasillo, deja de éxistir.
Existe otro sentido. El que crean las palabras. Pero es este sentido, el que ordenándose, provocan esos cambios en la percepción.
Quedan todos esos pasos, que nos llevan a la percepción como hecho.
Es cuando la muerte, cobra ese sentido tan especial.
Resuelto el dilema de la zortija, lo mejor siempre, es bajarse de la calesita cuando uno quiere.
Desprevenidos pagan la vuelta, pero es el pasaje a ganarle a lo que no tenés lo que siempre te tironea, y te convence una y otra vez que ese lugar es muy bueno para seguir caminando detrás de la zanahoria.
Si escuchas de lejos al burro, es que quizás estés lejos, nada más. Lo importante es que vos hables, para conocer si también rebuznás, estas vivo, fuera del ciclo, o sin entender nada.
Quizás, esas percepciones, en las que tanto confiás no sean la mejores informantes para la bastedad del universo.

Brand

La cabaña del viejo

Donde todo cobra sentido...

miércoles, 3 de octubre de 2012

Coherencia.

Subio más alto de lo que daba la escalera, desde allá les gritó a todos.
Era raro verlo suspendido en el espacio. Era como escuchar Queen, sin auriculares, al aire libre y por una pradera.
Volaba o flotaba?
Se hacía dificil entenderlo, quizás era eso lo que trababa el entendimiento de lo que decía. Quizás el orden de las palabras o el Sol que daba de frente.
La cuestión era que estaba flotando en lo alto y todo el pueblo se había parado para verlo flotar... o volar... lo que sea que estuviera haciendo.
Me acerque un poco más y ví cómo estaba vestido.
¡La puta madre!
Cómo en la películas Argentinas, que veía cuando era chico.
Todos puteaban, y era una sensación rara, ver a los mayores que miraban una pantalla y le permitían decir esas cosas que a nosotros nos prohibian y que generaban tanto escozor en otros momentos.
¡La puta madre! ¡Estaba volando sin calzoncillos y con una toga!


Ruperto, le decían en el barrio. Un pibe con algunos "problemitas" de personalidad, pero coherente.
Ese había sido el punto que nos había juntado en la plaza. El estaba bajando del tobogán por la escalera y yo que quería subir a tirarme por donde él había escalado, nos encontramos de frente. Fué entendimiento del que no se necesitan palabras. Me corrí, porque el venía vajando y se hacía más complicado esperar en la escalera que en el piso. Igual, de todas maneras, no me imagino cómo habría hecho si no lo dejaba bajar, para pasar los dos por la escalera. Coherencia, me dijo cuando bajó y pasó al lado mío. Cómo los pibes de esa edad, fingí que no lo había escuchado y subí las escaleras.

En el trampolín de la pileta, en ese momento cuando estás decidiendo tirarte por primera vez de cabeza desde taaan alto, lo vi mojandose las patas en el borde de lo hondo, en la pileta y el muy hijo de puta me dijo denuevo: Coherencia.

Había sido una relación: Coherente.
Ruperto le decían en el barrio. Un pibe con algunos "problemitas" de personalidad, pero coherente.

Pasaron muchos años, hasta que volví a verlo por el barrio. Su familia había viajado lejos y se habían establecido en muchos lugares distintos... dispares... lejanos... y esas combinaciones parecían no haberle hecho bien.
El semblante pálido, como si hubiera tenido una enfermedad prolongada y sus músculos se hubieran quedado en otro lado.
La primera vez que lo ví, se bajaba del auto de los viejos. Los viejos, que ya estaban viejos pero conservaban esa altura que algunos, entrados en edad, sostienen.
Lo miré...los viejos estaban bajando las valijas del baúl del auto y él, detenido en la vereda, miraba la fachada del caserón de los Toscano, que era donde se mudaba la familia.
Siempre había pensado que en esa casa, la familia que mejor quedaba del pueblo era la de Ruperto.
Coherencia, me dijo cuando me le acerqué para saludarlo. Nos habíamos entendido, pero esta vez, con unos cuantos años más, decicí hablarle:

Carlos - El tobogán comparte en sus direcciones, la cima...

y me fuí!

Me reí como dos cuadras. Recuerdo que miraba las baldozas y el cielo, eran las dos cosas que recuerdo, porque las carcajadas me obligaban a ese recorrido.
Si lo viera a Peter Pan, ya sabría cómo volar...
Bueno, en realidad la tendría que ver a campanita. Pero bueno, la cosa es que estaba en lo mejor, cuando me enteré del accidente de mis viejos.
Se habían muerto los dos, en un "gran choque fatal", lo habían titulado los diarios del barrio.

Pensé mil cosas...
Tantas, que me parecía haberlo logrado...
Pero siempre queda una que no pensas, esa que cuando la conoces, te das cuenta que ni te acercaste a las posibilidades que tenés.  

Era otoño...
Ruperto estaba sentado en un banco de la plaza.
Los dos habíamos crecido bastante. Me senté en la punta del banco. Era un día soleado, esos en los que el sol ilumina, pero calienta, solo cuando no sopla el viento.

El sol, se empezó a ver naranja en los edificios, los pajaros ya comenzaban a guardarse y Ruperto sin dejar de mirar un punto que había estado mirando... calculo que toda la tarde, me dijo:

Ruperto- La cima del tobogan tiene unas manijas parecidas a la escalera de la pileta.

Carlos- A veces, uno debe correr riesgos si quiere probar sus posibilidades.

Ruperto se sonrió.

Ruperto- El camino es simple, si estas dispuesto a no seguirlo.

Eso, no me lo esperaba.
Me levanté y sin mirarlo me fuí caminando por el cantero. Llegué a casa y me acosté a dormir.
Otra vez empecé a pensar en todas las posibilidades, pero sabía que núnca iva a poder pensarlas.
Es ese momento, es donde ves que el destino ya no sirve para nada... que no existe...

Depués de un tiempo me lo volvía a cruzar. Estaba sentado en la esquina, en el café de la esquina, haciendo que tomaba sol.
Me senté en la mesa y le dije:

Carlos- El camino, es la diferenciación de todo el resto, por eso parece estar más claro.

Ruperto se enderezó un poco, pero no dejó de tomar sol, o hacer que lo hacía.

Ruperto- La llegada, pueden ser los bordes de ese camino...

Carlos- No es necesario encontrar las diferencias, para identificarse a uno mismo.

Me asustó.
La reación de Ruperto me asustó.
Jamás lo ví así.
Se paró de un saque, dejó la posición de tomar sol, o hacer que tomaba, dejó la plata del café y caminó unos pasos. Se detuvo y volvió a la mesa.

Ruperto- Gracias, Carlos, muchas gracias!

Se volvió y camino por la vereda soleada.

Esa fué la última vez que lo ví. Hasta ahora, que se pasea volando por el barrio en toga y sin calzoncillos.
Qué hijo de puta...
Cómo en la películas viejas Argentinas.

Pablo Brand


Amor alejado.

Esa repetición, que siempre se encuentra en la seguridad de estar escuchando algo hermoso.
Esa pista del destino que se aleja irremediablemente,
esa mirada en el horizonte que marca ese punto donde se encuentra.

Disimulos al pasar el tiempo,
reencuentros imaginarios que brillan en la oscuridad.
Amor derochado, fuera de la sincronía que marca cada experiencia.

Pensamientos que se alejan de mi.
Tardes soleadas.
Sensaciones que se esfuerzan por ser hermosas,
sin saber...
que la repetición cesa...
cuando el tiempo se detiene.

Brand 

miércoles, 1 de agosto de 2012

Velocidad.

Era la rapidez de las imágenes que le hacían dificultoso parase a mirar el costado de la banquina.
El viento golpeaba constante...
La Tierra giraba y giraba, en ese tiempo que gira, cuando el vértigo del tiempo te abandona.

La continuidad de lo divertido era contorneada seguirla.
Y como quien no quiere la cosa, uno no puede dejar de mirar esas curvas en movimiento.
Erótico...Moroko.

Paciente de un turno que ya va a llegar.
Insensatez desnuda que cobijas mi mirada.
Belleza encantada que te muestras...



Pasado que invades con caricias.
Extremo devenir del parecer.
Bien lustrado los zapatos...
bajas a una realidad...
que es hoy.

Pablo Brand

Cornisa

Pucha que se resfrió.
Fué en el estornudo, que escucho auqella vieja orquesta.
Se acercó porque ese día había salido a buscar un poco de pan, ese pan de la esquina que tanto le gustaba.
Los violines cada vez sonaban más cerca y era él, que paso tras paso, se acercaba a su destino... corto o largo... pero por alguna extraña razón siempre lo ubicaba delante, solo para pensar en sus ilusiones menos probables miraba arriba.
Sin detener la marcha y con algunos violonchelos en el fondo, descubrió la profundidad de sus pensamientos, fué cuando pensó en volver. Había encontrado que cada vez que el "delante" se ponía dificil, la opción siempre era buena reveer y para eso no había mejora manera que volver detrás.
Fué como siempre...
el destino lo apuró...
y el que no sabía si era por el lugar donde había nacido, por las calles que recorrió de chico, por el pasado de su lugar, que siempre había una fuerza que lo empujaba desde adentro, en sentido contrario al que el destino lo empujaba.
Avanzó unos pasos más y se encontró con unas cuerdas...que ahora sonaban tranquilas, haciendo eco de aquellos viejos pasos acompañando los chelos.

Fué cuando entendió, que tener cuidado en las cornisas, era necesario si uno no vuela.

Pablo Brand

jueves, 5 de julio de 2012

Corriendo.

Corriendo y mirando para atrás, por dios que peligroso que era eso...
Era como mirar a la persona que querés ver y decirle lo que pensás.
Claro que parecía que las piernas eran más dudosas que las grandes ideas. Ufa dijo, y sintió que hacia tiempo que no lo veía, la niebla se había disipado, pero le gustaban los buenos recuerdos. Ufa se dijo nuevamente y a cuesta de la repetición se volvió a ver en ese túnel.

Tiempo y espacio se juntaron para darle velocidad.
Las experiencias fueron tantas, que se vió a si mismo.


El presente es muy rápido y es el humano el que lo intenta capturar todo el tiempo. 
Y solo lo logra cuando deja de correr. 


Pablo Brand